We Love God!

God: "I looked for someone to take a stand for me, and stand in the gap" (Ezekiel 22:30)

If Jesus actually stood in my place and bore my sin on the cross as the Bible teaches, then I can never be punished for that sin. In order for Christ’s atonement to truly be a substitutionary or vicarious atonement, then it must actually secure a real salvation for all for whom Christ died. If the atonement only makes salvation a possibility, then it cannot be a vicarious atonement. If Christ acted as a real and true substitute for those for whom He died, then all for whom He died will be saved. To say that Christ died a vicarious death in the place of all sinners but that not all sinners will be saved is a contradiction.
Unknown Author

If you have been truly born again you have a new and holy nature, and you are no longer moved towards sinful objects as you were before. The things that you once loved you now hate, and therefore you will not run after them. You can hardly understand it but so it is, that your thoughts and tastes are radically changed. You long for that very holiness which once it was irksome to hear of; and you loathe those vain pursuits which were once your delights. The man who puts his trust in the Lord sees the pleasures of sin in a new light. For he sees the evil which follows them by noting the agonies which they brought upon our Lord when He bore our sins in His own body on the tree. Without faith a man says to himself, 'This sin is a very pleasant thing, why should I not enjoy it? Surely I may eat this fruit, which looks so charming and is so much to be desired.' The flesh sees honey in the drink, but faith at once perceives that there is poison in the cup. Faith spies the snake in the grass and gives warning of it. Faith remembers death, judgment, the great reward, the just punishment and that dread word, eternity.
C.H. Spurgeon

Bible – Read the Español – (Spanish Modern) Jueces Chapter 8:1-35 Online.

Index: Español – (Spanish Modern)

 

Jueces 8

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8:1 Entonces los hombres de Efraín dijeron a Gedeón: –¿Qué es esto que has hecho con nosotros, de no llamarnos cuando ibas a combatir contra Madián? Discutieron fuertemente con él.

8:2 Y les respondió: –¿Qué he hecho yo ahora, comparado con vosotros? ¿No ha sido mejor el rebusco de Efraín que la vendimia de Abiezer?

8:3 Dios ha entregado en vuestra mano a Oreb y a Zeeb, jefes de Madián. ¿Qué pude yo hacer comparado con vosotros? Después que él dijo estas palabras, se aplacó el enojo de ellos contra él.

8:4 Gedeón llegó para cruzar el Jordán, él y los 300 hombres que traía consigo, cansados, pero todavía persiguiendo.

8:5 Y dijo a los hombres de Sucot: –Dad, por favor, tortas de pan a la gente que me acompaña, porque ellos están cansados. Yo estoy persiguiendo a Zébaj y a Zalmuna, reyes de Madián.

8:6 Los jefes de Sucot le respondieron: –¿Están ya las manos de Zébaj y de Zalmuna en tu mano, para que demos pan a tu ejército?

8:7 Y Gedeón les dijo: –Pues bien, cuando Jehovah haya entregado en mi mano a Zébaj y a Zalmuna, azotaré vuestra carne con espinas y cardos del desierto.

8:8 De allí subió a Peniel y les dijo las mismas palabras. Pero los de Peniel le respondieron como le habían respondido los de Sucot.

8:9 Y él habló también a los de Peniel, diciendo: –Cuando yo regrese en paz, derribaré esta torre.

8:10 Zébaj y Zalmuna estaban en Carcor, y con ellos su ejército de unos 15.000 hombres, todos los que habían quedado de todo el campamento de los hijos del oriente, porque los caídos habían sido 120.000 hombres que sacaban espada.

8:11 Entonces Gedeón subió por la ruta de los que habitan en tiendas, al este de Nóbaj y Jogbea, y atacó el campamento cuando éste no estaba en guardia.

8:12 Zébaj y Zalmuna huyeron, pero él los persiguió. Luego capturó a Zébaj y a Zalmuna, los dos reyes de Madián, y causó pánico en todo el campamento.

8:13 Entonces Gedeón hijo de Joás volvió de la batalla por la cuesta de Heres.

8:14 Y capturó a un joven de los hombres de Sucot y le interrogó. Él le dio por escrito los nombres de los jefes de Sucot y de sus ancianos: setenta y siete hombres.

8:15 Luego fue a los hombres de Sucot y dijo: –Aquí están Zébaj y Zalmuna, acerca de los cuales me afrentasteis diciendo: “¿Están ya las manos de Zébaj y de Zalmuna en tu mano, para que demos pan a tus hombres cansados?”

8:16 Entonces tomó a los ancianos de la ciudad, y azotó con espinas y cardos del desierto a los hombres de Sucot.

8:17 Asimismo, derribó la torre de Peniel y mató a los hombres de la ciudad.

8:18 Luego preguntó a Zébaj y a Zalmuna: –¿Qué aspecto tenían aquellos hombres que matasteis en Tabor? Ellos respondieron: –Como tú, así eran ellos; cada uno parecía ser hijo de rey.

8:19 Él dijo: –¡Eran mis hermanos, hijos de mi madre! ¡Vive Jehovah, que si les hubierais perdonado la vida, yo no os mataría!

8:20 Entonces dijo a Jeter, su primogénito: –¡Levántate y mátalos! Pero el joven no desenvainó su espada, porque tenía temor, pues todavía era un muchacho.

8:21 Entonces Zébaj y Zalmuna dijeron: –Levántate tú y mátanos; porque como es el hombre, así es su valentía. Entonces se levantó Gedeón y mató a Zébaj y a Zalmuna, y tomó las lunetas que sus camellos traían al cuello.

8:22 Los israelitas dijeron a Gedeón: –Gobiérnanos tanto tú como tu hijo y tu nieto, pues nos has librado de mano de Madián.

8:23 Pero Gedeón les respondió: –Yo no os gobernaré a vosotros, ni tampoco os gobernará mi hijo. Jehovah os gobernará.

8:24 –Y Gedeón añadió–: Quiero haceros una petición: que cada uno me dé un arete de oro de su botín. Los madianitas llevaban aretes de oro, porque eran ismaelitas.

8:25 Y ellos respondieron: –De buena gana te los daremos. Tendieron un manto, y cada uno echó allí un arete de su botín.

8:26 El peso de los aretes de oro que él pidió fue de 1.700 siclos de oro, sin contar las lunetas, los pendientes y las vestiduras de púrpura que llevaban los reyes de Madián, ni los collares que sus camellos traían al cuello.

8:27 Con ellos Gedeón hizo un efod, que expuso en Ofra, su ciudad. Y todo Israel se prostituyó tras ese efod en aquel lugar, y sirvió de tropiezo a Gedeón y a su familia.

8:28 Así fue sometido Madián ante los hijos de Israel, y nunca más volvió a levantar cabeza. Y la tierra reposó durante cuarenta años en los días de Gedeón.

8:29 Jerobaal hijo de Joás fue y habitó en su casa.

8:30 Gedeón tenía setenta hijos que fueron sus descendientes directos, porque tuvo muchas mujeres.

8:31 También su concubina que estaba en Siquem le dio a luz un hijo, y él le puso por nombre Abimelec.

8:32 Gedeón hijo de Joás murió en buena vejez, y fue sepultado en el sepulcro de su padre Joás, en Ofra de los abiezeritas.

8:33 Aconteció que cuando murió Gedeón, los hijos de Israel volvieron a prostituirse tras los Baales, y adoptaron por dios a Baal-berit.

8:34 Los hijos de Israel no se acordaron de Jehovah su Dios que los había librado de mano de todos sus enemigos de alrededor,

8:35 ni correspondieron con bondad a la casa de Jerobaal, es decir, Gedeón, por todo el bien que él había hecho a Israel.