We Love God!

God: "I looked for someone to take a stand for me, and stand in the gap" (Ezekiel 22:30)

People have the idea that the preacher is an actor on a stage and they are the critics, blaming or praising him. What they don’t know is that they are the actors on the stage; he is merely the prompter standing in the wings, reminding them of their lost lines (and God is the audience)!
Soren Kierkegaard

Christ made Himself of no reputation precisely by taking on a human nature. He emptied Himself not by pouring out portions of His deity but by adding to Himself full and true humanity. His was an emptying by addition, not by subtraction. If He actually surrendered or gave up His divine attributes, then it might suggest that He ceased to be God-but that would result in something at odds with how the Bible identifies Him as being fully and truly God (see “Deity”). Yet even in taking on human nature, the Son of God fully possessed His divine nature, attributes, and prerogatives.
John MacArthur

Bible – Read the Español – (Spanish Modern) 1 Reyes Chapter 20:1-43 Online.

Index: Español – (Spanish Modern)

 

1 Reyes 20

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20:1 Entonces Ben-hadad, rey de Siria, reunió todo su ejército. Estaban con él treinta y dos reyes, con caballos y carros. Luego subió, sitió Samaria y combatió contra ella.

20:2 Después envió mensajeros a la ciudad, a Acab, rey de Israel, diciendo:

20:3 “Así ha dicho Ben-hadad: ‘Tu plata y tu oro son míos; tus mujeres y los mejores de tus hijos son míos.'”

20:4 El rey de Israel respondió diciendo: “Como tú dices, oh mi señor el rey, yo soy tuyo con todo lo que tengo.”

20:5 Volvieron otra vez los mensajeros y dijeron: “Así dice Ben-hadad: ‘Por cierto, te envié a decir que me dieras tu plata, tu oro, tus mujeres y tus hijos.

20:6 Mañana a estas horas te enviaré mis servidores, los cuales registrarán tu casa y las casas de tus servidores. Y sucederá que tomarán con sus manos y se llevarán todo lo precioso que tengas.'”

20:7 El rey de Israel llamó a todos los ancianos del país y les dijo: –Sabed, pues, y ved cómo éste no busca sino el mal; porque ha enviado por mis mujeres y mis hijos, y por mi plata y mi oro; y yo no se lo he negado.

20:8 Y todos los ancianos y todo el pueblo respondieron: –No le escuches ni accedas.

20:9 Entonces Acab respondió a los mensajeros de Ben-hadad: –Decid a mi señor el rey: “Haré todo lo que enviaste a exigir a tu siervo al principio, pero esto no lo puedo hacer.” Los mensajeros fueron y le dieron la respuesta,

20:10 y Ben-hadad envió a decirle: “Así me hagan los dioses y aun me añadan, si el polvo de Samaria basta para llenar las manos de todo el pueblo que me sigue.”

20:11 El rey de Israel respondió y dijo: “Decidle: ‘No se jacte tanto el que se ciñe como el que se desciñe.'”

20:12 Y sucedió que cuando él oyó estas palabras, mientras bebía con los reyes en las cabañas, dijo a sus servidores: –¡Tomad posiciones! Y tomaron posiciones contra la ciudad.

20:13 He aquí, un profeta se acercó a Acab, rey de Israel, y le dijo: –Así ha dicho Jehovah: “¿Has visto toda aquella gran multitud? He aquí, yo la entregaré hoy en tu mano, para que reconozcas que yo soy Jehovah.”

20:14 Acab preguntó: –¿Por medio de quién? Y él respondió: –Así ha dicho Jehovah: “Por medio de los jóvenes de los jefes de las provincias.” Y Acab preguntó: –¿Quién comenzará la batalla? Él respondió: –Tú.

20:15 Acab pasó revista a los jóvenes de los jefes de las provincias, los cuales eran 232. Después de ellos, pasó revista a todo el pueblo, a todos los hijos de Israel, que eran 7.000.

20:16 Y éstos salieron al mediodía, mientras Ben-hadad estaba bebiendo hasta emborracharse en las cabañas con los reyes, los treinta y dos reyes que habían venido en su ayuda.

20:17 Los jóvenes de los jefes de las provincias salieron primero. Ben-hadad había enviado a algunos, quienes le informaron diciendo: –Unos hombres han salido de Samaria.

20:18 Él dijo: –Si han salido para hacer la paz, prendedlos vivos. Y si han salido para combatir, prendedlos vivos.

20:19 Salieron, pues, de la ciudad los jóvenes de los jefes de las provincias, y tras ellos salió el ejército.

20:20 Y cada uno mató al que venía contra él; y los sirios huyeron, e Israel los persiguió. Pero Ben-hadad, rey de Siria, se escapó a caballo con algunos jinetes.

20:21 Entonces salió el rey de Israel, atacó los caballos y los carros, y ocasionó a los sirios una gran derrota.

20:22 Luego se acercó el profeta al rey de Israel y le dijo: –Ve, cobra ánimo; considera y mira lo que has de hacer, porque el rey de Siria volverá contra ti el próximo año.

20:23 Los servidores del rey de Siria le dijeron: –Sus dioses son dioses de las montañas; por eso fueron más fuertes que nosotros. Pero si combatimos contra ellos en la llanura, sin duda seremos más fuertes que ellos.

20:24 Haz, pues, así: Saca a cada uno de los reyes de su puesto, y pon gobernadores en su lugar.

20:25 Y tú, organiza otro ejército como el ejército que perdiste, caballo por caballo y carro por carro. Luego combatiremos contra ellos en la llanura, y sin duda seremos más fuertes que ellos. Él les prestó atención, y lo hizo así.

20:26 Y aconteció, al año siguiente, que Ben-hadad pasó revista a los sirios y fue a Afec para combatir contra Israel.

20:27 También se pasó revista a los hijos de Israel, y tomando provisiones les salieron al encuentro. Los hijos de Israel acamparon frente a ellos y eran como dos pequeños rebaños de cabras, mientras que los sirios llenaban el campo.

20:28 Entonces el hombre de Dios se acercó al rey de Israel y le habló diciendo: –Así ha dicho Jehovah: “Porque los sirios han dicho: ‘Jehovah es un dios de las montañas; no es un dios de los valles’, yo entregaré a toda esta gran multitud en tu mano, para que reconozcas que yo soy Jehovah.”

20:29 Siete días estuvieron acampados los unos frente a los otros. Y sucedió que al séptimo día se dio la batalla. Entonces los hijos de Israel mataron en un día a 100.000 hombres de infantería de los sirios.

20:30 Los demás huyeron a la ciudad de Afec, pero el muro cayó encima de 27.000 hombres que habían quedado. También Ben-hadad fue huyendo a la ciudad y se escondía de cuarto en cuarto.

20:31 Sus servidores dijeron a Ben-hadad: –He aquí, hemos oído que los reyes de la casa de Israel son reyes clementes. Pongamos, pues, cilicio sobre nuestras espaldas y sogas a nuestros cuellos, y salgamos al rey de Israel; quizás nos perdone la vida.

20:32 Entonces se ciñeron sus lomos con cilicio y pusieron sogas a sus cuellos, y fueron al rey de Israel y dijeron: –Tu siervo Ben-hadad dice: “Por favor, perdóname la vida.” Y él respondió: –¿Todavía vive? ¡Es mi hermano!

20:33 Aquellos hombres tomaron esto como buen augurio y se apresuraron a tomarle la palabra, diciendo: –¡Tu hermano es Ben-hadad! Él dijo: –Id y traedle. Ben-hadad se presentó ante Acab, quien le hizo subir en su carro.

20:34 Luego le dijo Ben-hadad: –Yo restituiré las ciudades que mi padre tomó a tu padre. Tú también podrás establecer centros comerciales en Damasco, como mi padre hizo en Samaria. –Entonces con este convenio yo te dejaré ir libre. Hizo, pues, un convenio con él y le dejó ir.

20:35 Entonces un hombre de los hijos de los profetas dijo a su compañero, por mandato de Jehovah: –¡Golpéame, por favor! Pero el hombre rehusó golpearle.

20:36 Y él le dijo: –Porque no has obedecido la voz de Jehovah, he aquí que cuando te apartes de mí, te matará un león. Cuando se apartó de él, lo encontró un león y lo mató.

20:37 Luego se encontró con otro hombre y le dijo: –¡Golpéame, por favor! El hombre le dio un golpe y le ocasionó una herida.

20:38 Entonces el profeta se fue y se puso de pie delante del rey en el camino, disfrazándose con una venda sobre los ojos.

20:39 Sucedió que cuando el rey pasaba, aquél gritó al rey y dijo: –¡Tu siervo estuvo en medio de la batalla, y he aquí que uno se apartó trayéndome a un hombre y me dijo: “Guarda a este hombre, porque si llega a escapar, tu vida responderá por la suya o pagarás un talento de plata.”

20:40 Pero sucedió que mientras tu siervo estaba ocupado en una y otra cosa, él desapareció. Entonces el rey de Israel le dijo: –¡Ésa será tu sentencia! ¡Tú mismo la has pronunciado!

20:41 Entonces se quitó apresuradamente la venda de sus ojos, y el rey de Israel reconoció que era uno de los profetas.

20:42 Y éste dijo al rey: –Así ha dicho Jehovah: “¡Por cuanto soltaste de la mano al hombre que yo había designado como anatema, tu vida responderá por la suya, y tu pueblo por el suyo!”

20:43 El rey de Israel se fue a su casa decaído y enfadado, y llegó a Samaria.