We Love God!

God: "I looked for someone to take a stand for me, and stand in the gap" (Ezekiel 22:30)

The carnal mind seeks to create its own god which loves everyone, puts up with all matter of evil and foolishness, and gives in to the will of evil men who cry “Inequality!”
Duane Spencer

I’d like to propose that God’s love is much different and better than unconditional. Unconditional love, as most of us understand it, begins and ends with sympathy and empathy, with blanket acceptance. It accepts you as you are with no expectations. You in turn can take it or leave it. But think about what God’s love for you is like. God does not calmly gaze on you in benign affirmation. God cares too much to be unconditional in His love… Such real love is hard to do. It is so different from “You’re okay in my eyes. I accept you just because you’re you, just as I accept everybody. I won’t judge you or impose my values on you.” Unconditional love feels safe, but the problem is that there is no power to it. When we ascribe unconditional love to God, we substitute a teddy bear for the king of the universe… The word “unconditional” may be an acceptable way to express God’s welcome, but it fails to communicate its purpose: a comprehensive and lifelong rehabilitation, learning “the holiness without which no one will see the Lord.”
David Powlison

Bible – Read the Español – (Spanish Modern) Cantares Chapter 3:1-11 Online.

Index: Español – (Spanish Modern)

 

Cantares 3

[1]
[2]
[3]
[4]
[5]
[6]
[7]
[8]

3:1 De noche, sobre mi cama, buscaba al que ama mi alma. Lo busqué, pero no lo hallé.

3:2 Pensé: “Me levantaré e iré por la ciudad, por las calles y las plazas, buscando al que ama mi alma.” Lo busqué, pero no lo hallé.

3:3 Me encontré con los guardias que rondan la ciudad, y les pregunté: “¿Habéis visto al que ama mi alma?”

3:4 Tan pronto como pasé de allí, hallé al que ama mi alma. Me prendí de él y no lo solté, hasta que lo traje a la casa de mi madre, a la habitación de la que me concibió.

3:5 ¡Juradme, oh hijas de Jerusalén, por las ciervas y por las gacelas del campo, que no despertaréis ni provocaréis el amor, hasta que quiera!

3:6 ¿Quién es aquella que viene del desierto como columna de humo, perfumada con mirra, incienso y todo polvo de mercader?

3:7 ¡Mirad! Es la litera de Salomón. Sesenta valientes la rodean, de los más fuertes de Israel.

3:8 Todos ellos ciñen espadas y son diestros en la guerra. Cada uno lleva espada al cinto por causa de los temores de la noche.

3:9 El rey Salomón se hizo una carroza de madera del Líbano.

3:10 Sus columnas eran de plata, su respaldo de oro, su asiento de púrpura; y su interior fue decorado con amor por las hijas de Jerusalén.

3:11 Salid, oh hijas de Sion, y ved al rey Salomón con la diadema con que le ciñó su madre en el día de sus bodas, el día en que se regocijó su corazón.